La bibliografía reumatológica describe a la fibromialgia (FM) como un trastorno caracterizado por dolor músculoesquelético difuso y crónico, con síntomas diversos asociados, como rigidez articular, trastornos del estado de ánimo, fatiga e insomnio, siempre en ausencia de causas orgánicas subyacentes

Se ha observado una regular asociación del cuadro con la presencia de estrés emocional significativo. La bibliografía resalta la dificultad para determinar si los trastornos emocionales actúan como factores de riesgo, precipitantes y/o desencadenantes en el desarrollo o empeoramiento de la fibromialgia como asi niveles bajos de serotonina menor de 5 por eso los IRSR Triptofano etc serian utiles en el control de la sintomatologia

Conclusiones El cuadro denominado fibromialgia ha sido exhaustivamente estudiado por la Reumatología, pero ha recibido relativamente poca atención por parte de la Psiquiatría y la Salud Mental. Dentro de la escasa bibliografía disponible, encontramos coincidencia respecto de nuestros hallazgos de altos niveles de psicopatología. Tales niveles de afectación psicopatológica pueden poner incluso en duda si no estamos frente a un cuadro que responde más a la lógica de un cuadro psiquiátrico que a uno perteneciente al de la Medicina General. Desde un punto de vista personal, abonamos el planteo de autores como Caballero Martínez y Caballero Martínez (2008) o Barsky y Borus (1999), quienes señalan que, según el recorte y la preponderancia que se les dé a determinadas manifestaciones, se puede diagnosticar con distintas etiquetas a un mismo paciente. Así, las manifestaciones que en un ámbito médico general podrían ser interpretadas como un determinado trastorno médico funcional (fibromialgia, por ejemplo) podrían recibir un diagnóstico de trastorno psiquiátrico o psicológico (por ejemplo: Trastorno Somatomorfo, histeria de conversión o depresión mayor) en un contexto de Salud Mental. Nuestro estudio se ha visto limitado por el número de casos y por su carácter monocéntrico. Se requeriría la realización de nuevos estudios, tanto para corroborar los hallazgos como para poder extrapolarlos con mayor amplitud. Sin embargo, creemos que los resultados y planteos arriba mencionados justifican que consideremos la creación de nuevas estrategias de tratamiento para la atención de la fibromialgia. Estrategias que pudieran contemplar no solo los aspectos que hacen a las características médicas del cuadro, sino también lo que podríamos denominar su “condición somatizadora” (entendida, a la luz de nuestros resultados, como determinados aspectos psicológicos y psiquiátricos subyacentes). La complejidad del fenómeno requiere favorecer una mayor intensidad en el intercambio y comunicación interdisciplinarios. Parece de crucial importancia que los profesionales de Salud Mental podamos trabajar con las coordenadas intra e intersubjetivas que influyen (¿o determinan?) la evolución del cuadro. Caso contrario, no solamente nos estaríamos privando de un importante campo de estudio, sino que, sobre todo, estaríamos desentendiéndonos de un rol fundamental, tanto para las personas que sufren de esta afección, como para el resto de los profesionales de salud que de ella se ocupan.

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